Cuando el tiempo libre se convierte en un logro trabajoso
Todos sabemos en qué queremos utilizar nuestro tiempo libre, y cuáles son nuestros hobbies, pero ¿qué pasa cuando te dicen que tu propio cuerpo es un problema para ello? Hay muchas personas, con algún tipo de hándicap que tienen que trabajar muy duro para hacer lo que les gusta.
La cantidad de tiempo libre del deficiente ha aumentado rápidamente, especialmente aquel que no puede integrarse en programas netamente educativos.
Ocio se define como “conjunto de ocupaciones en las que una persona emplea el tiempo sin estar obligado a hacerlas”, para el caso del ocio en las personas con deficiencia ha sido tratado tradicionalmente como una cuestión secundaria, que se añadía al programa educativo si había tiempo y personal para ello.
Los grandes problemas de la preparación de actividades de ocio para estos alumnos son la falta de materiales e instalaciones, los límites de edad, las restricciones a la hora de ser admitidos en las escuelas especiales y colonias de verano o programas escolares, con la consecuencia del aumento de su tiempo libre.
Al hablar de ocio y tiempo libre, inmediatamente lo relacionamos con jugar y hacer deporte. El “simple” hecho de practicar el juego, da la oportunidad de aprender las reglas para llevarlo a cabo, participar como jugador o como espectador en deportes y juegos, así como conocer gente nueva, con la que podría adquirir una amistad y disfrutar de instalaciones. El juego está relacionado con los más diversos actos y problemas de la vida, y pertenecen fundamentalmente al ámbito de la psicología social. Favorece la autoestima y el bienestar emocional, porque la persona siente más seguridad en sí mismo, que si tuviera muchas horas libres.
Piaget argumentaba que los aspectos cognitivos y afectivos del juego eran interdependientes: el afecto proporciona la motivación y el interés que propicia el juego, mientras que la cognición proporciona los prerrequisitos estructurales.
La actividad deportiva juega un papel importante en la formación “integral” de cualquier persona.
Tras una experiencia continuada de realización de juegos y deportes con un grupo de deficientes Martín y Martín pudieron comprobar que el deporte permite a estos sujetos canalizar mejor sus instintos, encontrar su personalidad y saber superar con más facilidad las dificultades de relación con su entorno, con sus padres, hermanos y amigos, donde ellos gracias al deporte se consideran importantes, y capaces de hacer lo que los demás. Mejora el equilibrio psicológico del deficiente y les ayuda a relacionarse con el mundo exterior, haciendo que desarrolle más actividades mentales y éticas que van a ser esenciales para su integración social.
Además dicha práctica continuada de deporte habitual, ha logrado que actitudes de rechazo hacia la sociedad y hacia sus propios compañeros se hayan transformado en amabilidad y sociabilidad, como demuestra el estudio llevado a cabo por ANDE en niños deficientes mentales con graves problemas físicos.
HÉROES OLVIDADOS
Hacer deporte para las personas que tienen algún tipo de deficiencia, supone lograr una adaptación positiva a la realidad, asumiendo la deficiencia, y viendo no sólo las limitaciones, sino también las posibilidades de realización que tienen. Tanto es así, que hoy día podemos hablar de unos deportes paraolímpicos y de muchísimos deportes para personas discapacitadas que son de tipo profesional. Los ideales de las Paraolimpiadas están basados en los mismos que las Olimpiadas. Se deben interpretar además como un hecho social, cultural y deportivo para reivindicar la igualdad, el entendimiento y el amor, la integración y la normalización sin pedir la compasión, sencillamente para demostrar al mundo que las limitaciones humanas, a las que todos estamos sujetos, son superados por un espíritu aguerrido y una gran ilusión.
El deporte para discapacitados se inicia a principios de siglo (1.918), cuando un grupo de mutilados de guerra durante su estancia en el hospital deciden realizar prácticas deportivas para romper la monotonía, prácticas que fueron abandonadas tras abandonar el hospital. Transcurridos algunos años, concretamente en 1.932, en Glasgow, se crea la primera “Asociación de golfistas de un solo brazo”. Será, por desgracia, la Segunda Guerra Mundial donde el doctor Ludwing Guttmann fundó el 1 de Febrero de 1.944 el primer centro monográfico de lesionados medulares en el hospital de Store Mandeville, en Aylesbury (Inglaterra). Puso en práctica sus ideas de rehabilitación global mediante la inclusión en el tratamiento de la práctica deportiva, práctica que finalmente acabaría en deporte de competición. En 1.946 en Estados Unidos se creó con ánimo de llamar la atención de la sociedad, el primer equipo de Baloncesto llamado “Las ruedas voladoras”, llevando a cabo una gira por los Estados de la Unión.
En las Paraolimpiadas de 1.992 de Barcelona, se puede decir que se normalizó el deporte adaptado. Es importante dejar claro el concepto “Minimal Handicap”, tan importante en estos casos, ya que el deportista ha de padecer un mínimo de lesión, que le permita practicar un deporte en una categoría que exige cierto grado de discapacidad.
Por otra parte, para estas personas, actos como ir al cine, al parque, visitar amigos o familiares, leer o dibujar, escribir y muchas otras cosas a las que a veces no les damos importancia, están a expensas de que el cine, por ejemplo, tienes las instalaciones y los accesos adaptados para personas con discapacidad motórica, o de si la película que se proyecta está subtitulada o adaptada para ellos en el caso de los que tienen discapacidad visual o auditiva.
La relación que cada persona tiene con sus amigos y su familia, es crucial para su vida, ya que éstos les dan apoyo, el afecto y la seguridad necesaria para llevar una vida más tranquila y feliz.
Existen asociaciones de personas con discapacidades en las que se reúnen y hablan de sus inquietudes, eso les ayuda a ver que hay personas en su misma situación y no se sienten tan diferentes, apoyándose unas a otras.
Otro tipo de asociaciones son unos talleres en los que se les enseña algún tipo de trabajo, normalmente algo manual como artesanía o cerámica; con vistas a que aprendan algún oficio, aunque a veces con ello limiten sus deseos de aprender otra profesión.
Aunque para muchos sea desconocido, existen grupos de danza compuestos en su totalidad por personas con discapacidad mental como síndrome de Down. Estos grupos llegan incluso a representar de cara al público, preparando con mucho esmero una actuación en la que ponen todas sus ganas e ilusión.
LA DANZA, UNA BUENA TERAPIA
“Cuando bailo me siento libre, me emociono, siento alegría”, expresa el pequeño Edgar Garrido, que forma parte del grupo de niños y adolescentes que inspiró la creación del libro Danza educativa para personas con síndrome de Down. Las autoras Maro Wejebe, Mireya Ayala y Mercedes Montes recuperan allí el resultado de más de 10 años de experiencia con personas con capacidades diferentes.
Maro explica los beneficios que ha visto en los niños con Síndrome de Down: “La danza los ha hecho más libres, el movimiento les ha permitido mejorar su comunicación verbal y corporal. Exteriorizan más sus emociones y sentimientos, sus músculos son reforzados, adquieren mayor ubicación espacial y sienten mayor confianza en sí mismos. Además he descubierto que estos niños gozan más las clases pues los demás parecen robots porque se preocupan demasiado de la técnica”.
El proceso de enseñanza es lúdico. El calentamiento es sencillo y está acompañado de todo tipo de música, que puede ir desde clásica e instrumental hasta merengue y cha cha chá.