El acoso escolar
La mejora de la convivencia en el ámbito educativo es un tema que nos preocupa y que cada día adquiere mayor importancia en nuestra sociedad. Así, podemos señalar, como uno de los problemas que está aflorando en materia educativa, son la ausencia de disciplina y la conflictividad escolar.
El mundo de la docencia, desde hace tiempo, ha podido constatar como venían surgiendo lentamente problemas de convivencia en nuestros centros educativos, problemas que vienen a agravarse por cierto deterioro de nuestra autoridad en el aula.
El tema del acoso ha cobrado un súbito interés. Muchos estudios, se han dedicado últimamente a desentrañar esta problemática del acoso sistemático que algunos alumnos efectúan sobre otros en el ámbito escolar. Pero este problema que puede conllevar graves consecuencias no agota el fenómeno de la conflictividad en las aulas. Los insultos y burlas a los que vienen siendo sometidos los profesores (algo impensable hace años), el cuestionamiento permanente de su autoridad e incluso las amenazas más o menos explícitas contra su persona son una realidad que los desgraciados sucesos de intimidación entre alumnos, han venido a ocultar.
Si nos centramos en las primeras de estas manifestaciones de conflictividad nos topamos con el término bullying, anglicismo puesto de actualidad del que conviene conozcamos su significado. Según la pedagoga Norma Rodríguez, el bullying cabe entenderlo como el acoso psicológico, moral y/o físico, llevado a cabo en los centros educativos, donde un alumno ejerce poder sobre otro, de un modo sistemático y con la intención de dañarlo.
En la dinámica del bullying podemos constatar tres actores, claramente diferenciados. En este sentido cabe distinguir:
- El agresor o bully que es quien utiliza de manera sistemática el acoso verbal, emocional, físico o social contra alguno de sus compañeros. No se trata de un chaval que presente las características del líder natural.
- La víctima que puede ser cualquiera de los compañeros del agresor y que responde negativamente frente a la provocación.
- El grupo que actuando como mero espectador pasivo ante el acoso contribuye con su silencio al maltrato. Es un protagonista activo del acoso. Sus componentes, temerosos a veces de poder ser escogidos ellos mismos como posibles víctimas por el agresor, prefieren esconderse en el escudo que les proporciona el anonimato.
Para preguntarse por las causas del bullying habría que actuarse en varios frentes. Aparte de las ya típicas relativas a la existencia de maltratos en el hogar, ya sean físicos o emocionales, habría que referirse a la “desestructuración de la familia tradicional”. La ruptura de la familia tradicional con la aparición de nuevos sistemas familiares constituyen grupos en los que conviven niños de distintos matrimonios o convivencias. Los vínculos emocionales se debilitan y ante esta situación muchos padres optan por eludir sus responsabilidades educativas. Otra posible causa a la que habría que apuntar es la soledad que sufren muchos chicos. Los padres vienen a dedicar sus esfuerzos básicamente a jornadas de trabajo maratonianas, dejando a sus hijos en casa gran parte del tiempo solos.
A veces para lograr un mayor bienestar social la gente se olvida de su vida familiar o no puede atenderla debidamente. Es el sistema social el que impide conjugar vida profesional y familiar. Asistimos pues, a una clara dejación por parte de las familias de sus funciones educadoras (por un motivo u otro prácticamente no les dedican tiempo a sus hijos) que rehúyen para transferirles dicha responsabilidad a los docentes.
Vemos, por tanto, como las familias, impotentes y a la vez angustiadas, dimiten muchas veces de sus funciones educativas.
El peligro es evidente pues las instituciones educativas por sí solas no pueden afrontar esta tarea. Observamos con preocupación cómo los alumnos se enfrentan entre sí, y también en otras ocasiones se dirigen contra los profesores, que se sienten desbordados por la ingente cantidad de funciones que se les pretenden asignar.
Se ha ido perdiendo autoridad. Los padres tienen miedo a ser autoritarios y se cae en el extremo contrario en el que “todo vale” y en que nunca se dice que no. El estilo rígido es negativo pero también el absolutamente permisivo. Ha quedado constatado que hace años los problemas de indisciplina se producían en los chicos a partir de los quince años de edad, en cambio ahora se da a edades cada vez más tempranas.
Como sabemos la familia se erige como el principal contexto de desarrollo del niño es el primer agente de socialización del niño y principal responsable de su educación y este cometido no puede ser reemplazado por nadie.
Ciertamente el tema nos invita a la reflexión y nos muestra la necesidad de un cambio profundo en la percepción de esta problemática generada en la sociedad actual y que nos incumbe a todos.
La convivencia en nuestras aulas dista mucho de aproximarse a un mínimo exigible. Es necesario adoptar medidas que posibiliten la creación de espacios favorecedores de una convivencia pacífica. Ni un solo acto de violencia en la escuela debe ser admisible. Ningún alumno debe sufrir maltrato alguno y el logro de un objetivo tan elemental y quizás utópico exige el constante esfuerzo de todos aquellos que formamos parte de una forma u otra del proceso educativo, por que como reza una cita anónima educar es tarea de toda la tribu.
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Bibliografía:
- Marina, J.A. “Aprender a vivir”, Ariel. Barcelona 2004.
- Ortega, R. “Educar la convivencia para prevenir la violencia”. A. Machado Libros. Madrid 2000.
- Rodríguez, N. Guerra en las aulas: Cómo tratar a los chicos violentos y a los que sufren sus abusos”. Temas de hoy. Madrid 2004.