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Artículo publicado en: Sin categoría » Recursos de formación (num. 2)


Niños que conviven con la violencia de género

“El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgo una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro”, así dice una frase celebre de Martín Luther King con la que expresa su total rechazo y repugnancia hacia la violencia. Y es que, en la actualidad nos encontramos con un gran problema, que nos afecta a todos, como es la violencia de género.

Esta violencia está dejando de ser considerada un asunto privado y cobra la relevancia de un problema social que debe ser comprendido y prevenido. ¿Cuantas veces hemos estado frente al televisor, viendo las noticias, o frente a un periódico y hemos visto o leído:” Otro día negro para la violencia de genero”, u “Otra víctima más…”?

El número de victimas durante el año 2008 ha sido desorbitado, pero también hay que incluir las personas del entorno, es decir, los niños y niñas que conviven en un entorno de violencia de género son también víctimas de estas agresiones de una manera u otra. Por lo que estos niños y niñas son también víctimas directas de violencia física o psicológica en situaciones de maltrato doméstico, los hijos de las mujeres maltratadas son receptores directos de la violencia contra sus madres, aunque ellos directamente no hayan recibido ni un solo golpe.
Vivenciar la angustia de la madre maltratada, su temor, inseguridad, tristeza, les produce una elevada inseguridad y confusión. Esa angustia se traduce en numerosos trastornos físicos, terrores nocturnos, enuresis, alteraciones del sueño, cansancio, problemas alimentarios, ansiedad, estrés, depresión…

Tal y como afirma UNICEF, aunque no se les ponga la mano  encima, presenciar o escuchar situaciones violentas tiene efectos psicológicos negativos en los hijos. Los niños no son víctimas sólo porque sean testigos de la violencia entre sus padres, sino porque «viven en la violencia». Son víctimas de la violencia psicológica, a veces también física, y que crecen creyendo que la violencia es una pauta de relación normal entre adultos.

La violencia contra la mujer, tiene en los hijos consecuencias a corto y medio plazo, pero lo más importantes son las consecuencias a largo plazo. Éstas pueden ser la repetición de los roles que han vivido en su hogar y la transmisión de la violencia en las generaciones posteriores.
Al estar en fase de crecimiento y desarrollo madurativo, conforman su personalidad en función de la violencia y la toman como modelo, interiorizando los roles de maltratador o maltratada. Interiorizan patrones de comportamiento violentos y no discriminan lo que es adecuado o está bien, de lo que es injustificable.

¿Qué efectos provoca esto en los niños?

Puede provocar alteraciones físicas ya sea retraso en el crecimiento, dificultades en la alimentación, produciendo en algunos casos anorexia, desabilitación en la habilidades motoras, etc. Eso referente a los aspectos físicos, pero también afecta al estado emocional del niño o niña, ansiedad, depresión, ira, aislamiento, baja autoestima.
Además puede provocar problemas de conducta, crueldad, rabietas, inmadurez, así como dificultades en el ámbito social con retraimiento, rechazo, falta de empatía, escasa habilidades sociales, etc.

Incluso tal y como señala Ángeles Sepúlveda, especialista en Medicina Legal y Forense, preocupada por la violencia machista, en una de sus conferencias sobre violencia de género: que los menores que conviven en ambientes familiares en los que hay violencia de género acostumbran a tener “graves problemas depresivos”, hasta el punto de que se han detectado casos de suicidio. De igual modo destacó que estos niños presentan “conflictos” para relacionarse y normalmente ‘se sienten culpables e incluso culpan a sus madres, por lo que reaccionan con violencia’ y es ahí donde hay que incidir.

Un hecho es evidente y es que resulta crucial que la sociedad se implique en combatir el maltrato a las mujeres y se apueste por la formación, la educación y la sensibilización, también desde los medios de comunicación, para desmontar estereotipos sexistas y luchar contra el fenómeno desde la prevención.

Pero ¿Cómo actúa la escuela frente a este gravísimo problema?

Se ha dicho con reiteración, que una de las vías para resolver este problema es trabajarlo desde el terreno de la educación y el cambio de valores en la sociedad. Por ello, la escuela tiene un valor fundamental en este terreno.
La extrema complejidad de la violencia machista exige un enfoque multidisciplinar, de tal forma que una aplicación eficaz de as medidas para luchar contra este fenómeno incumbe a una multiplicidad de sujetos, tanto públicos como privados; médicos, educadores, asistentes sociales, etc. La única manera de de avanzar es trabajar en el terreno de la solidaridad y de incrementar la sensibilización de los distintos sectores de la sociedad.

Por ello el sistema educativo es el medio de control social mas adecuado, ya que a través de la educación, en sus distintas fases infantil, primaria, secundaria, se preparan a los integrantes de la sociedad, inculcándoles, entre otros, los valores de igualdad, solidaridad y dignidad d el a persona.

En definitiva, la conducta violenta hacia la mujer es consecuencia de patrones de conductas aprendidos y trasmitidos de generación en generación. Por consiguiente si un niño o niña aprende que la violencia constituye un comportamiento apropiado cuando se siente frustrado o irritado, entonces la agresión será uno modo de adaptación a este estrés… el comportamiento violento configurará una conducta aprendida socialmente, es decir, adquirida bajo el influjo de concretas condiciones ambientales.

Frente a la violencia machista, las escuelas tienen la posibilidad de acogerse al programa de coeducación. Se trata de establecer conexiones entre la demanda social de intervenciones destinadas hacia el logro de una efectiva igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y el papel que la escuela puede desempeñar en ese sentido. Interés educativo de la coeducación como esencial para el desarrollo integral de la persona, en los que se señala como objetivos el superar los estereotipos discriminatorios y sexistas.

¿Tenemos claro el concepto de coeducación?

Coeducar consiste en el desarrollo de todas las capacidades, tanto de niñas como de niños, a través de la educación.
Coeducar no significa conseguir la igualdad sexual, porque cada niño o cada niña tiene derecho a ser diferente.
Coeducar tiene como objetivo hacer personas dialogantes e implica respeto hacia todo lo que nos rodea: personas, medio ambiente, animales. La coeducación es una garantía para la prevención de la violencia.
Coeducar significa educar para la democracia. No se puede hablar de democracia mientras hay desigualdades sobre la mitad del género humano.

Existe la idea o concesión que la escuela mixta es lo mismo que la coeducación. Esto no es así, por lo que tenemos que tener bien claro y no caer en la confusión e igualar la escuela mixta con la coeducación. Mientras que en la escuela mixta los niños y niñas coexisten, van juntos pero no necesariamente se educan de la misma manera, la coeducación es denunciar cada manifestación sexista y ejercitar la creatividad para encontrar modelos que superen los estereotipos.
La enseñanza coeducadora es plural, no ofrece una sola visión del mundo, ni establece relaciones jerárquicas entre el universo de comportamientos, considera tan necesario que las alumnas aprendan los saberes que precisan para desenvolverse en la vida publica como que los alumnos adquieran los que son imprescindibles para actuar de manera autónoma y solidaria en las distintas esferas de la vida privada.

A modo de conclusión me gustaría resaltar que para garantizar una atención de calidad a los niños que han sido victimas de la violencia de género, resulta crucial el optimizar los recursos existentes y reforzar los de atención a las mujeres y los niños, para que puedan tener una vuelta a la normalidad lo menos sufrida posible. También incrementar los programas de tratamiento terapéutico para mujeres y niños, así como para los agresores. Otra de las recomendaciones se concreta en no excluir a los varones adolescentes con conductas problemáticas, ya que los expertos consideran que los problemas de conducta se han de abordar con intervenciones psicoeducativas y sociales.

Bibliografía

  • ALCALE SÁNCHEZ, M. (2000). El delito de malos tratos físicos y psíquicos en el ámbito familiar Tirant lo Blanch, Valencia.
  • BOSCH, E y FERRER, V – La violencia de género: de cuestión privada a problema social.  Revista Intervención Psicosocial. Revista de igualdad y calidad de vida, volumen 9, número 1, páginas 7-19.
  • Soluciones de la sociedad española ante la violencia que se ejerce sobre las mujeres: (análisis y actualización del tratamiento multidisciplinar realizado en los 15 últimos años en la lucha contra la violencia de género…); Escrito por Vicente Magro Servet; Publicado por LA LEY, 2005
  • Instituto Andaluz de la Mujer. Conserjería para la Igualdad y Bienestar Social

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Información del artículo:

Fecha de publicación:
26 de enero de 2009

Autor/a:
Cristóbal Manuel Burgos Bernal


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